CAPÍTULO 26
Bella abrió sus ojos lentamente y parpadeó para
alejar las telarañas. Por un momento, no recordó en donde se encontraba o por
qué estaba en aquel lugar desconocido. Y cuando recordó, un dolor como nunca
haya conocido, se arrastró lentamente por su sistema.
Edward.
Cerró los ojos e intentó recordar todos lo que
ocurrió, pero todo lo que le venía en la memoria era a Edward cayendo, la mano
sobre el pecho cubierto de sangre.
Lágrimas calientes llenaron sus ojos y escaparon de
los párpados. Las sentía escurrirse lentamente y caer por sus mejillas. Una
mano caliente agarró su rostro y suavemente le secó la humedad.
Abrió los ojos para ver a Emmet de pie junto a ella,
con una mirada preocupada en su rostro. Parpadeó de nuevo para enfocarle.
Lentamente se dio cuenta del resto del entorno. Estaba en un cuarto de
hospital. Miró al otro lado, donde vio a Jasper dormido en una silla.
La ausencia tan visible de Edward mandó otro espasmo
de agonía por su corazón. De su garganta, se le escapó un sollozo —uno al que
intentó reprimir— pero que amenazó sofocarla con su intensidad. Finalmente, fue
forzada a dejarlo salir.
Sonó severo y feo, hasta en sus propios oídos. Y una
vez liberado, surgieron más hasta que cada respiración trajo otro llanto.
—Bella, escúcheme, cariño. Tiene que escucharme. Edward
está bien. No está muerto. Está aquí.
Emmet agarró su barbilla, forzándola mirarlo,
penetrándola con sus ojos verdes.
— ¿Entiendes lo que te estoy diciendo? —exigió él.
Entonces oyó a alguien en el fondo.
— ¡Déjame, maldita sea!
— ¿Edward? —susurró ella. No podía ser. Lo vio caer.
Escuchó el disparo. Sintió su sangre.
Luchó para sentarse y casi perdió el conocimiento,
por el dolor que se esparció por su pecho. Emmet juró encima de ella y la forzó
a acostarse.
—Despacio, cariño. No te hagas daño.
Detrás de Emmet, surgió Edward, su cara demarcada,
ojos inyectados de sangre, la mitad de su parte superior envuelta en vendas. Se
volvió borroso ante ella, mientras que sus ojos se llenaban de lágrimas. Nunca
había notado tan hermosa vista en su vida.
—Cristo, Edward, no deberías estar levantado
—protestó Emmet.
Edward empujó a Emmet a un lado, y en el momento
siguiente, Bella se sintió abrazada contra el cuerpo de Edward. Presionó su
mejilla contra su pecho, una masa de vendas empujaba su rostro. No le
importaba. No le importaba el dolor que sentía en tal incómoda posición.
Él la besó en la frente.
—Gracias a Dios que estás bien —susurró él.
Se alejó y Bella agarró su mano entre las suyas.
—No te vayas.
—Odio interrumpir —empezó Emmet—. Pero los dos
sienten mucho dolor deben descansar. Eso significa vuelve tu culo en la cama, Edward.
Os quiero recuperados, para que podamos ir para casa.
Bella oyó la preocupación de su voz. También vio
dolor en los ojos de Edward. Su propio dolor estaba rápidamente asumiendo el
control. Pero primero tenía que decirlo.
Llevó la mano para tocar el rostro de Edward.
—Te amo. Debería habértelo dicho antes.
Edward cogió su mano y besó su palma.
—Yo también te amo.
Emmet pasó un brazo alrededor de Edward y lo alejó. Edward
se apoyó contra su hermano. Bella miró hacia arriba donde Jasper estaba a su
lado.
— ¿Está bien? —preguntó ella en voz baja.
—Está mejor que tú —dijo Jasper secamente. Hesito un
momento, antes de tocarle el pelo—. Nos asustaste, muñeca.
Ella no contestó. ¿Cómo podía decirle qué ellos no
podían haber estado más asustados qué ella? Nunca estuvo tan aterrada en toda
su vida. No quiso morir con tanto remordimiento. Las cosas se volvieron claras
en aquellos horribles minutos en la nieve, cuando estaba segura de que nunca
más volvería a ver a Emmet, Jasper o Edward.
—Te amo —dijo ella, permitiendo que toda la emoción
escapara en aquéllas tres pequeñas palabras.
Jasper se agachó para apretar su frente contra la
suya.
—Yo también te amo, muñeca. Tanto. No quiero volver
a estar tan cerca de perderte nunca más.
Cerró los ojos mientras él la besó suavemente en los
labios.
—Me duele —dijo ella bajito.
Jasper se levantó inmediatamente.
—Llamaré la enfermera.
Ella sonrió, estremeciendo por el esfuerzo. Sintió
la mano de Emmet acariciando su brazo y su hombro. Tiernamente empujó su pelo
detrás de la oreja.
—Descansa, cariño. Estamos aquí. No nos vamos a ir.
Bella oyó entrar a la enfermera, sintió la picadura
de la aguja, y segundos más tarde dio la bienvenida al olvido.
—T... te amo —dijo arrastrando las palabras,
mientras que el rostro de Emmet se desdibujaba.
—Yo también te amo, cariño. Ahora descansa.
En los días siguientes, Bella durmió la mayor parte
del tiempo. Edward se puso más y más irritado, hasta que la enfermera
finalmente desistió de intentar mantenerlo en la cama. El cuarto día, le dieron
el alta oficialmente.
El mismo día, movieron a Bella a una habitación
normal. Emmet se relajó finalmente. Edward y Bella estaban fuera de peligro.
Pronto los tendría en casa, donde pertenecían.
Se sentó en la silla, al lado de la cama de Bella
mientras ella dormía y estiró el cuello. Friccionó los ojos cansados y se
preguntó como volvería a dormir otra noche, antes de estar seguro de que la
amenaza del esposo de Bella desaparecía.
Del otro lado del cuarto, Edward estaba sentado en
el sofá, con varios cojines a su alrededor. Su hermano menor no había
descansado suficiente después de su herida, Emmet lo sabía, pero no sabía cómo
hacer a Edward que se sentara.
Jasper se sentó en una silla cerca de Edward, el
cansancio se veía en sus ojos. Todos estaban cansados. Querían la misma cosa.
Ir a casa.
El móvil de Emmet sonó, y él respondió rápidamente,
para no molestar a Bella. Se puso de pie y caminó hacia la puerta, lejos de la
cama de Bella.
—Emmet.
—Emmet, soy Rosalie. ¿Es un mal momento?
—No, ¿qué pasa?
Rosalie hesitó por un momento.
— ¿Cómo están Edward y Bella?
—Mejor. Hoy le dieron el alta a Edward y movieron a Bella.
Los dos necesitan mucho descanso, pero ellos estarán bien.
—Oh, es fenomenal, Emmet. Mira, llamo porque pensé
que debía saber que encontramos al tío que disparó a Edward e intentó matar Bella.
Está muerto.
—Mierda.
—Sí, dímelo a mí. Quería vivo al bastardo. Emmet,
sabes lo que difícil es acusar Jacob Black de cualquier cosa.
—Sí, lo sé —gruñó Emmet.
— ¿Qué quieres qué haga?
Emmet suspiró y se pasó la mano por su pelo.
—No haga nada aún. Necesito hablar con Cal, también
con Edward y Jasper. No podemos hacer nada que pueda poner a Bella en peligro.
—Te diré si descubro algo más —prometió Rosalie.
—Gracias —dijo Emmet antes de colgar el teléfono.
Se dio la vuelta para ver a Bella estudiándolo.
—Hola —dijo mientras se acercaba a la cama. Se
agachó y la besó en la frente, después alejó el pelo de su mejilla.
— ¿Cómo te sientes?
Sus ojos de canela lo miraban preocupados.
— ¿Quién era al teléfono?
Él no quería disgustarla, pero no iba a mentirla.
—Era Rosalie. El hombre quien te hirió… está muerto.
Algo salvaje relampagueó en su rostro.
—Muy bien. Casi mató a Edward —dijo mordaz.
—Casi te mató, cariño.
— ¿Cómo está Edward? —preguntó ella.
Emmet parpadeó por el abrupto cambio de tema. Pero
cuando estaba despierta, Bella se concentraba en la salud de Edward. Sabía que
aún estaba tratando con el susto de casi perderlo. Era un sentimiento
íntimamente familiar. Echó un vistazo y vio a Jasper y a Edward dormidos.
—Están descansando.
Bella cerró los ojos por un momento, los abrió y
asintió.
—Él no debería estar fuera de la cama.
Emmet se agachó para volver a besarla. No podía
tocarla el suficiente. La besaba, la tocaba cada vez que tenía la oportunidad.
—Quiero ir a casa —susurró ella.
—Lo sé, cariño. Pronto. Te lo prometo.
Acarició su pelo y sentó en la cama, cuidando de no
sacudirla demasiado.
Ella pareció haberse retirado dentro de ella. Algo
que pasaba cada vez con más frecuencia desde que se despertó. Lo preocupaba. No
tenía ni idea de lo que estaba pensando.
Empezó a preguntarla, pero sus ojos se agitaron, y
ella los cerró lentamente. Se quedó con ella hasta que oyó su suave e rítmica
respiración, indicando que se quedó dormida. Se sentó en la silla, iba a
descansar un poco
que suerte a tenido ese raton de Jacob espero que la suerte le de pronto la espalda :D
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