jueves, 13 de septiembre de 2012

La mujer de los Cullen


                                                           CAPÍTULO 25


Emmet consiguió sacar de quicio por lo menos a seis personas, antes de descubrir dónde estaban Edward y Bella. Dio vueltas por Emergencias, hasta que lo amenazaron con ser detenido si no se calmaba.
Bella había sido llevada a cirugía, pero Edward estaba aún en Emergencias, recibiendo una transfusión de sangre. Al principio, les dijeron a Emmet y Jasper no podían verlo todavía, pero después de que Emmet juró que destruiría el vestíbulo pedazo a pedazo, la enfermera cedió y permitió que entraran.
Emmet abrió la puerta, ansioso por ver a su hermano menor.
La apariencia de Edward lo conmocionó. A su lado, Jasper también contuvo el aliento.
Pálido, demacrado, ojeras alrededor de los ojos, Edward era horrible, para decirlo simplemente. Su hombro estaba fuertemente envuelto en vendas, y salían de él suficientes cables como para alimentar la electricidad de una pequeña ciudad.
Los ojos de Edward temblaron al abrirse, cuando entraron sus hermanos. Levantó la cabeza, el dolor marcando profundas arrugas en su frente.
— ¿Dónde está? ¿La habéis encontrado? —exigió.
Emmet se detuvo al lado de la cama, con las rodillas débiles por el alivio. No había pasado nada con Edward, que algunos días en el hospital no pudieran arreglar.
—La encontramos —murmuró Emmet.
— ¿Dónde está? —masculló Edward con los dientes apretados.
Emmet se pasó la mano por el pelo, intentando desesperadamente mantener la compostura.
—Está aquí. En el hospital —Jasper habló más alto.
A Edward le brillaron los ojos.
— ¿Cómo está?
—No lo sabemos —dijo Emmet.
Edward volvió la mirada en dirección a Emmet, tragó saliva y preguntó:
— ¿Qué pasó?
Emmet cerró los ojos.
—La apuñaló en el pecho y le quebró un brazo. Está en cirugía. La trajeron hasta aquí en helicóptero. No sabemos mucho.
Edward volvió a hundirse entre las almohadas, con el rostro pálido. Las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Emmet sintió una punzada dolorosa en el corazón. No había visto a Edward llorar desde que eran niños.
— ¿Ella… ella estará bien? —murmuró él.
Emmet cambió una mirada con Jasper. No quería mentirle, pero Edward no estaba en condiciones de sobrellevar ese tipo de carga.
—Creo que ella se pondrá bien —dijo Emmet, rezando para que no fuera mentira.
—No la protegí. La fallé —dijo Edward desoladamente.
—Yo les fallé a ambos —dijo Emmet—. No debí dejarlos solos. Pero ahora, no podemos pensar en estas cosas.
Jasper puso una mano en el hombro sano de Edward.
— ¿Cómo te sientes?
—Estoy furioso —dijo Edward airadamente—. Permití que ese bastardo se saliera con la suya.
— ¿Qué dijo el médico sobre tu hombro? —preguntó Emmet, volviendo firmemente el tema de conversación a Edward.
Edward cerró de nuevo los ojos y se hundió más profundo en la almohada.
—Dijo que estaré bien. Me dio sangre, cosió la herida. Quiere que me quede un día o dos, pero en líneas generales, dijo que soy un bastardo afortunado.
Abrió un ojo para mirar fijamente a Emmet.
— ¿Cómo la encontraron? ¿Qué pasó? No me han contado nada.
—Podemos hablar de eso más tarde —pidió Emmet. Estaba seguro de que no necesitaba enfurecer a Edward más de lo que ya estaba.
—No me protejan —Edward dijo ferozmente—. ¡Díganme exactamente qué le sucedió, Maldición!
—Si no te calmas, conseguirás que nos expulsen de aquí —dijo Jasper.
Fueron interrumpidos cuando la puerta se abrió y una enfermera asomó la cabeza en la habitación.
— ¿Sr. Cullen? La Sra. Black salió de la cirugía. Pensé que usted querría saberlo. Está en recuperación, pero el doctor bajará en algunos minutos para hablar con usted-
— ¿Cuándo podremos verla? —exigió Emmet.
—Tendrán que preguntarle al doctor. Ya sabe que usted está aquí. No tardará.
Emmet suspiró con frustración.
— ¿Sabe por lo menos cómo está?
La enfermera sonrió amablemente.
—Pasó bien por la cirugía.
Sintió un vacío en el estómago, y por un momento, pensó que podría desmayarse. El alivio lo invadió de forma tan aplastante, que tuvo que buscar rápido un lugar para sentarse o iba a caer.
Se dejó caer en la silla situada al lado de la cama de Edward y hundió la cabeza entre las manos.
—Gracias a Dios —oyó susurrar a Jasper.
Emmet no se había dado cuenta de lo asustado que había estado. No, hasta ahora. Su respiración salía entrecortada, mientras luchaba por calmar sus violentas emociones. Apretaba los dedos en puños y luego los aflojaba.
Pasaron varios minutos y los hermanos permanecieron sentados en silencio. Entonces se abrió la puerta y entró un hombre mayor vestido de verde. Les lanzó una mirada y se ajustó las gafas.
— ¿Están aquí por la Sra. Black?
—No la llame así —gruñó Edward—. Su nombre es Bella.
El doctor parpadeó sorprendido.
—Tomaré eso como un sí.
Emmet se levantó y extendió la mano.
—Emmet Cullen. Y sí, estamos aquí por Bella. ¿Cómo está?
El médico estrechó la mano de Emmet.
—Dr. Phillips. Hice la cirugía en la Sra.… Bella —se autocorrigió.
— ¿Está bien? —preguntó Jasper ansioso.
—Está bien, considerando la condición en la que llegó. Perdió una gran cantidad de sangre. Sufrió una fractura compuesta en el radio. También sufrió una laceración de seis pulgadas en el hombro izquierdo, además de una severa herida de cuchillo en el tórax. Pude reparar algo del tejido dañado y cerrar el corte. Afortunadamente, la hoja del cuchillo no alcanzó órganos vitales. Dos centímetros más a la derecha y habría perforado un pulmón.
Emmet se dejó caer pesadamente otra vez en la silla.
— ¿Cuándo podremos verla?
—Está en recuperación. La trasladaremos a un nivel más bajo de cuidados, menor que UTI y un poco mayor que la sala normal de internación. Quiero monitorizar su progreso por algunos días. No veo razón para que ustedes no puedan entrar a verla en cuanto salga de la recuperación.
— ¿Usted nos puede avisar cuando la trasladen? —preguntó Jasper.
—Pediré a la enfermera que venga a buscarlos —prometió el Dr. Phillips.
—Gracias —dijo Emmet—. Se lo agradecemos.
El doctor asintió y caminó fuera de la sala, cerrando la puerta al salir.
Emmet se volvió hacia Edward.
— ¿Cuándo te van a llevar a una habitación?
—No tengo ni una maldita idea —refunfuñó Edward—. Han estado palpándome y pinchándome con agujas todo el tiempo.
Emmet vio el dolor en los ojos de Edward. Lanzó un vistazo a Jasper, para ver si él también lo había notado. Jasper apretó los labios, convertirlos en una fina línea.
— ¿Has tomado algo para el dolor, amigo? —preguntó.
Edward le dirigió una mirada enojada.
—No, Maldición. Quería permanecer despierto y consciente hasta estar seguro que Bella estaba a salvo.
—De acuerdo, ahora que sabes que está bien, voy a llamar a la enfermera para que te dé algo.
—No lo necesito —dijo Edward entre dientes.
—Edward, te dispararon. No puede sentirte tan genial —Jasper levantó la voz—. Deja de ser un idiota obstinado y toma la medicina.
—Puedes tomarla por las buenas o juro que te sujetaré mientras la enfermera clava una aguja en tu trasero —dijo Emmet.
—Que te jodan —gruñó Edward.
Pero se dejó caer pesadamente en la cama, los ojos cansados y llenos de dolor. Emmet buscó el botón de llamada y lo pulsó. Pocos minutos más tarde, una enfermera entró rápidamente, con una jeringa en la mano.
—Ya era hora de que me permitiera medicarlo, jovencito —dijo, lanzando una mirada severa en dirección a Edward.
Se inclinó para sujetar la vía en la muñeca de Edward y rápidamente inyectó el medicamento contra el dolor. Palmeó suavemente su brazo.
—Ahora intente descansar un poquito.
Emmet dio vuelta la silla para enfrentar a Edward, y se volvió a sentar.
Jasper atrapó la única silla que quedaba libre y la colocó al pie de la cama.
—Díganle a Bella… díganle que la amo —Edward pidió con la voz desvaneciéndose.
—Lo haré —prometió Emmet bajito—. Ahora intenta descansar para poder decírselo tú mismo.
La cabeza del Edward se hundió en la almohada y sus ojos se cerraron.
Emmet se recostó en la silla y enlazó las manos atrás de la cabeza.
Miró fijamente al techo, los diseños del cielorraso danzaban ante su vista. Estaba tan cansado. Había envejecido una década durante aquella noche. ¿Había sido solamente la noche anterior cuando había estado sentado en la sala, reflexionando sobre lo buena que era la vida?
Las cosas habían cambiado de un momento a otro.
Jasper y él continuaron sentados en silencio, mientras los minutos pasaban. Jasper se veía tan cansado como se sentía Emmet. Pero ninguno descansaría hasta que no vieran a Bella.
Debió adormilarse momentáneamente, porque lo sobresaltó la puerta abriéndose.
— ¿Son ustedes Emmet y Jasper? —preguntó una enfermera.
Emmet se incorporó.
—Sí señora, somos nosotros.
Hizo un ademán para que la siguieran.
Una vez en el pasillo, los miró con ojos preocupados.
—Sacamos a la Sra. Black de la recuperación, pero está bastante agitada. Ha estado preguntando por ustedes. No queremos darle sedantes tan pronto después de la anestesia. Quizás la presencia de ustedes la calme.
—Vamos —pidió Emmet.
Siguieron a la enfermera, y Emmet tuvo que controlar sus zancadas para no adelantarla. Su impaciencia casi hervía, mientras permitía que ella los guiara por los retorcidos pasillos, hacia el ascensor.
Después de lo que pareció toda una vida, la enfermera entró en una gran sala que albergaba varios cubículos más pequeños. En el centro se encontraba el puesto de control de enfermería, donde otras dos enfermeras se movían presurosas entrando y saliendo de los cubículos.
—La Sra. Black está allá en el final —la enfermera indicó.
Caminó delante de ellos, hizo a un lado la cortina e indicó a Emmet y Jasper que pasaran al cubículo. Emmet entró. Contuvo el aliento cuando vio a Bella sobre la cama, cautiva por una multitud de tuberías y cables que salían de todas partes.
Sollozos ahogados provenían de ella, y las lágrimas se deslizaban por sus mejillas. Miraba hacia el otro lado, y él rodeo la cama, para poder enfrentarla.
—Bella. Bella, cariño, estoy aquí —dijo, mientras se acercaba.
Jasper lo siguió, aproximándose al otro lado de Bella.
Ella cerró los ojos y se giró, alejándose de Emmet.
Jasper deslizó una mano por su pelo y se inclinó para besarla.
—Me rompes el corazón —dijo Jasper con voz ronca.
—Edward —susurró ella—. Oh Dios, Edward.
Emmet se mordió el interior de la mejilla, para evitar desmoronarse. Se inclinó hacia delante, necesitaba tocarla, asegurarse por sí mismo de que ella estaba viva.
—Cariño, Edward está bien, te lo juro. Está abajo, en Emergencias, esperando una habitación.
Ella agitó la cabeza y gimió, la agonía deslizándose por la garganta.
—Muñeca, escúchanos —suplicó Jasper—. No es bueno para ti estar tan alterada.
Emmet la observaba, el pánico aumentaba rápidamente en su interior. La enfermera revoloteaba en la entrada del cubículo, la preocupación grabada en el rostro.
Bella no estaba consciente de lo que pasaba a su alrededor. Estaba demasiado afligida. Creía que Edward estaba muerto.
Emmet se volvió hacia la enfermera mientras Jasper continuaba reconfortando a Bella.
—Nuestro hermano, Edward Cullen, está abajo, en Emergencias, esperando por una habitación. Haga traer aquí su cama.
La enfermera frunció el entrecejo.
—De ninguna manera. No tenemos manera de instalar una habitación doble aquí. Esta es una unidad de cuidados especiales. Tenemos que poder monitorear de cerca a nuestros pacientes.
—Y yo le estoy diciendo que el único modo de calmarla es traer a mi hermano aquí —insistió Emmet—. No me importa qué tiene que hacer para conseguirlo. Simplemente hágalo.
—Yo no tengo autoridad para hacerlo —protestó la enfermera—. Tendré que llamar al médico de guardia y correr el riesgo de darle un sedante a ella.
—Pondré este maldito hospital patas arriba si tengo que hacerlo —se empecinó Emmet—. No se equivoque conmigo. No sobre este asunto. Él necesita un cuarto. Necesita ser cuidado. Puede venir aquí. Hay espacio para otra cama. Demonios, podría ponerlo en el cubículo de al lado y sacar la cortina. ¡No me interesa cómo lo hará, sólo quiero que lo haga!
—Yo no puedo autorizar algo así —dijo la enfermera—. Solamente el médico que la atiende puede hacerlo.
—Entonces llámelo —exigió Emmet—. Quiero hablar con él. Llámelo ahora mismo. Estamos perdiendo el tiempo.
La enfermera se retiró, y pocos segundos más tarde el Dr. Phillips asomó la cabeza por la puerta.
— ¿Sr. Cullen, qué está pasando aquí?
Emmet explicó deprisa su pedido. Mientras hablaba, el médico se acercó al lado de la cama de Bella y oyó sus ahogados sollozos. Dejó vagar la mirada por el cuarto, como considerando el pedido de Emmet. Entonces suspiró.
—No me llevo bien con la intimidación, Sr. Cullen. Lo que está pidiendo usted, es muy irregular. Sin embargo, tengo que reconocer que quizás lo mejor para esta jovencita sea ver a su hermano. Tal vez eso la calme. Tendré que llamar al médico de Emergencias y organizar todo con él, pero no veo por qué no podríamos hacer una excepción por esta vez. Mucho dependerá de cuán estable sea la condición de su hermano. Tengo entendido que sufrió una herida de bala.
Emmet sintió que el alivio lo inundaba.
—Gracias, doctor.
Retomó su posición al lado de la cama de Bella, cogiendo su mano sana. El brazo izquierdo estaba enyesado, y su tórax y hombro izquierdo estaban envueltos en pesados vendajes.
Nunca la había visto tan vulnerable. Las lágrimas continuaban escapando de sus ojos cerrados, sentía que el corazón se le apretaba en respuesta. Se inclinó y besó su frente.
—Te amo, cariño —susurró—. Lamento tanto no habértelo dicho nunca.
Mientras él y Jasper mantenían la vigilia, Bella se durmió finalmente. Su respiración se volvió más estable, y el flujo de lágrimas por fin se paró. La cabeza caía abatida contra la almohada, el rostro pálido tenía manchas rojas causadas por el llanto.
Algunos minutos más tarde, la misma enfermera a quien Emmet había acorralado entró bulliciosamente, echándole una mirada de contrariedad.
—Me dieron instrucciones de abrir el cubículo contiguo al de la Sra. Black. Como imagino que ustedes no aceptarán irse a casa, haré traer una silla y un sofá pequeño también-
Emmet            relajó la expresión.
—Gracias —dijo con sinceridad—. Esto significa mucho para nosotros.
La expresión de la enfermera se suavizó.
—Sé que ustedes están preocupados por ella. Pero nosotros estamos haciendo nuestro mejor esfuerzo por cuidarla bien. —Después sonrió traviesamente—. Además, lo más probable es que su hermano hubiera acabado aquí, de cualquier forma. El hospital está casi lleno, y él necesita más cuidados que los de una sala normal, pero no es un candidato para la UCI. Y por lo que he oído, no está siendo exactamente cooperativo.
Los labios de Edward se distendieron en una sonrisa.
—Sí, ése es nuestro Edward. Pero cambiará de actitud cuando pueda ver a Bella. Ha estado muy preocupado por ella.
En menos de una hora, las cortinas entre los dos cuartos habían sido descorridas y dos ordenanzas habían traído una silla y un sofá que dejaron entre las dos camas.
Treinta minutos más tarde, una enfermera doblaba la esquina, empujando a Edward en una silla de ruedas. Ella se veía bastante infeliz con su carga, y Edward también parecía desalentado.
Ella hizo rodar la silla en dirección a la cama libre, pero él usó la mano sana para detener las ruedas. La enfermera apretó los labios, y meneó la cabeza.
—Debe meterse ya en la cama, Sr. Culle. Consiguió lo que quería. Lo traje en la silla de ruedas, cuando no debería estar fuera de la cama, pero se acostará inmediatamente o lo llevaré de vuelta a Emergencias.
Edward la ignoró, sus ojos se paseaban obsesivamente sobre Bella.
—Ayúdame a incorporarme —le pidió con voz ronca a Emmet.
—Edward, deberías estar en la cama —comenzó Emmet.
—Tengo que verla —dijo Edward.
Emmet miró a la enfermera que encogió los hombros derrotada.
—Haga cualquiera cosa que consiga meterlo en la cama lo más deprisa posible —dijo.
—Échame una mano, Jasper —dirigió Emmet—. Vamos a hacer esto rápido.
Emmet se inclinó sobre Edward, y él le pasó el brazo sano alrededor del cuello, apoyándose en su hermano para incorporarse. Edward tembló recostado a Emmet, y el sudor brotó en su frente. El rostro se le puso de color blanco pastoso, y Emmet supo que le había costado muy caro el gasto de tanta energía.
Jasper y él llevaron a Edward hasta la cama, donde Bella estaba acostada. Con los ojos llenos de lágrimas Edward la miró y acercó la mano para acariciarle la mejilla, después secó la humedad de su propio rostro.
—Lo lamento tanto —dijo, con un nudo en la garganta.
Ella se removió en el sueño.
—Edward —murmuró. Entonces las lágrimas se deslizaron desde sus párpados cerrados una vez más.
Edward finalmente perdió la batalla por permanecer en pie. Su cuerpo se aflojó y Emmet y Jasper reaccionaron a tiempo para atraparlo. Lo arrastraron a la cama y con ayuda de la enfermera lo acomodaron.
Ella procedió a reconectar todos los cables y vías de medicación, antes de dejarlos a solas.
—Promete que me llamarás cuando ella despierte —pidió Edward, fijando en Emmet sus ojos exhaustos.
—Lo haré —contestó Emmet—. Ahora descansa un poco. No le harías ningún bien en estas condiciones.
Edward asintió y cerró los ojos. Estaba dormido antes de que su cabeza se reclinara completamente sobre la almohada.
Emmet giró y se dejó caer en el sofá mientras Jasper ocupaba la silla cercana.
—Estuvimos cerca de perderlos —dijo en voz baja.
Jasper asintió.
—Muy cerca.
—Hay que hacer algo con ese bastardo.
De nuevo, Jasper movió la cabeza.
Emmet apretó y aflojó los puños. Repitió la acción una y otra vez.
—Mataré yo mismo a ese hijo de puta antes que dejarlo acercarse de nuevo a mi familia.

1 comentario:

  1. que alivio saber que Bella salio bien de la operación ahora solo falta que vea a Edward para que se recupere lo mas pronto posible y ahora si espero que atrapen a ese infeliz de Jacob para que pague lo que ha hecho :)

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